Al dar nuestros primeros pasos en el mundo del pádel, lo primero, y prácticamente lo único, que buscamos es conseguir pasar la bola. Con esto dominado y conforme vamos mejorando, empezamos a ser capaces de mantener un intercambio con el rival, pero sin dominar del todo nuestros golpes.
Lo siguiente que debemos proponernos es aprender a elegir hacia dónde dirigimos los golpes y es justo de lo que vamos a hablar en esta ocasión. Una vez que comencemos a ser conscientes de esto, vamos a ir notando cómo nuestro nivel de pádel va mejorando poco a poco.
La dirección de nuestros golpes
Volviendo a esos primeros contactos con este deporte, lo normal es que no tengamos mucho control de nuestro juego y que, por lo tanto, tendamos a buscar mucho el cruzado. Esta suele resultarnos la opción más sencilla al tener más recorrido y también menos posibilidad de fallar.
En este sentido, un método para ir ganando seguridad y confianza en nuestros golpes es justamente eso, direccionar la bola hacia donde nos es algo más fácil. Sin embargo, si siempre jugamos la pelota en la misma dirección, acabaremos volviéndonos muy previsibles para la pareja que tenemos en frente.
Tener esa tendencia a solo jugar en cruzado, o a hacerlo con una notable mayoría de las bolas que salen de mi pala, va a provocar que el rival nos esté esperando bien posicionado. Por ende, a no ser que nuestro golpe sea muy bueno o el contrario muy novato, no debería encontrar grandes dificultades para devolverlo.
Es importante variar los golpes
Lo cierto es que, incluso cuando ya tenemos bien dominada la dirección que le damos a la pelota, lo habitual es que el mayor porcentaje de nuestro juego vaya a nuestro cruzado. En cambio, también debemos buscar más opciones con las que mover al rival y que, de este modo, no pueda devolver la bola cómodamente.
Será así como vamos a ir preparando el punto para que, en el momento en el que la defensa se le complique más de la cuenta a la pareja contrincante, nosotros o nuestro compañero tengamos la opción de terminarlo.
La mencionada del cruzado podría considerarse la opción más sencilla, puesto que, como hemos comentado, el espacio del que disponemos es mayor y será más difícil fallar. Decantarse por jugar por el centro puede darnos mucho resultado en ciertas ocasiones. Por último, jugar en paralelo podría ser la elección más arriesgada, pero también la más efectiva.
Prestar atención a nuestra posición
Todos nuestros golpes van a depender de cómo estemos posicionados en la pista. Siempre que seamos capaces de anticiparnos al golpe del rival, tendremos una buena posición y, por lo tanto, podremos elegir hacia dónde queremos jugar.
Por el contrario, cuando llegamos forzados todo se nos complica. Aquí será el contrario quien nos quita la iniciativa y nuestras opciones se verán notablemente reducidas. Quizá nuestra intención inicial era jugar la bola en cruzado, pero al vernos sobrepasados por ella solo nos queda la opción del paralelo.
También podremos optar por darle el típico muñecazo que si tenemos un día de suerte pasará y si no se nos quedará en la red. Lo más natural y lo más seguro es el golpe en paralelo, pero seguirá sin ser lo que queríamos hacer y la culpa será de no estar bien posicionados.
Por esta razón es muy importante que tratemos de saber leer el juego del rival y, así, poder anticiparnos y estar preparados para devolver el golpe de la mejor manera posible. De esta forma vamos a poder tomar la iniciativa y ser nosotros quienes movamos a los rivales.
Analizar la posición del rival
Poniéndonos en la situación de que, al conseguir eso, hemos sacado de posición al jugador que tenemos frente a nosotros, en nuestro paralelo, entonces puede que sea efectivo dirigir nuestra bola hacia él.
En nuestra mente debe primar la idea de que lo que debemos intentar siempre es mover al rival y crear espacios a los que atacar con cambios de dirección, pero con cuidado de no vendernos. Para ello, tendremos que elegir la dirección del golpe que nos permita, asimismo, posicionarnos de nuevo nosotros sin que los oponentes tengan opción a sorprendernos.
Algo muy común es estar castigando a un rival y tenerlo acorralado en un rincón y, como lo devuelve todo, cambiar al rincón opuesto y, así, obligar a nuestro compañero a cubrir su paralelo y, por lo tanto, nosotros el centro de la pista. Es en esos cambios cuando, muchas veces, lo que conseguimos es hacer un hueco en nuestro propio campo y eso no es lo que queremos.
Lo que es indudable es que si estamos bien posicionados en la pista como pareja, nos va a ser más sencillo corregir nuestra posición cuando hagamos un cambio de dirección en nuestro juego. Sin embargo, tener criterio a la hora de buscar una u otra dirección es la clave para hacer que uno de los rivales pierda la posición y dirigir ahí nuestro ataque.
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