Tener un plan de juego o aplicar la táctica en tus partidos te hará feliz a ti y a tu cerebro. Contra todo lo que uno podría pensar, a nuestro cerebro le encanta no pensar. Cada vez que se pone a divagar en un partido, se estresa. A consecuencia de eso, se fallan bolas que, en apariencia, son muy sencillas y se tiende a decir: “He pensado varias cosas a la vez“. Pues es verdad. Tu cabeza encuentra más tiempo del que habitúa y la gustaría y se le ocurren multitud de opciones que uno no puede controlar si no ha entrenado esto previamente.
Como entrenador, me encanta tirar algunos carros (u obligar al sparring de turno) a jugar a cambios de ritmo muy exagerados. A asemejar posibles incómodas situaciones que se dan en los partidos con bolas muy simples que nos invitan a probar algo que, probablemente, nuestro nivel o nuestra tensión con esa bola no nos da. Así pues, el problema es pensar de más, darle a nuestro cerebro la libertad para salirse del guion.
La pregunta es: ¿Qué puedo hacer para que mi cerebro tenga una senda que seguir y no ande improvisando en cada pelota? Muy simple: ten un plan de juego.
Definiría dos variantes de plan de juego. La primera tiene que ver contigo y la podemos llamar “estilo de juego propio“, del que, por supuesto, uno ha de tener conocimiento. Qué hago bien, cómo fabrico que la pelota venga a mi mejor golpe, qué hago mal y cómo evito que me busquen demasiado esa bola que tanto me cuesta…
La segunda variante del plan de juego tiene que ver con los registros orientados a la táctica y el conocimiento del juego de cada uno, así como con el plan del partido en concreto que se está jugando. Y esto también se entrena. El jugador ha de haber entrenado las posibles respuestas a su plan de juego y haber elaborado plan B o C y posibles alternativas a su estilo de juego. Pongamos un ejemplo muy simple: si yo soy un jugador al que le encanta contragolpear jugando abajo, pero tengo rivales que juegan cerca de la red y además volean bien, solo me queda tirar algún globo más del que acostumbro para abrir espacio por delante de la red y poder hacer lo que más me gusta. No puedo pretender insistir con un plan que, por las características del juego de los cuatro, no puede funcionar si no es a través de la perfección.
Dicho esto, a nivel amateur en el que los jugadores de club entrenan una o dos veces a la semana como mucho o ni tan siquiera entrenan sino que simplemente juegan, es recomendable jugar al máximo los primeros juegos del partido y exprimir toda la información que te dan los rivales acerca de su estilo de juego para, si no logras imponer el tuyo, ser capaces de neutralizar el del rival hasta imponer el ritmo o las direcciones que harán que el partido caiga a tu favor.
Evidentemente, la táctica es tremendamente importante tener un plan de juego, pero lo es aún más a nivel psicológico. Si tu cabeza sabe dónde debe ir el porcentaje mayor de globos, de bandejas y de voleas, esta no va a tirar por otro camino si no le das una libertad creativa malentendida: la de hacer lo que le dé la gana. No se trata de cohibir, sino de elaborar un camino con cierta flexibilidad dentro de una pradera salvaje. Piensa, habla con tu compañero, establece un plan y síguelo casi al dedillo para que el partido siga el cauce que os interesa… y tu cerebro disfrute.
Y tú, ¿aplicas la táctica en tus partidos o juegas según te parece?
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