¿Cómo puede afectarnos el calor en un partido de pádel?

Los cambios de temperatura en el deporte hacen variar por completo la dinámica en cualquiera de las disciplinas que practiquemos. El pádel no es una excepción, ya que casi todos los elementos que intervienen en un partido son susceptibles a cambiar por el clima. Más aún cuando entramos en una de las estaciones más extremas del año como son los meses de verano. Jugar al pádel en verano es, junto con el invierno, cuando más cuidado debemos poner en las condiciones de la pista.

Cómo es lógico en esta época del año, vamos a tener que combatir con las altas temperaturas y con un sol abrasador, aunque también existe la opción de dejar los partidos para horas nocturnas. Sin duda, esta última es la mejor de las opciones para combatir el calor, pero no siempre vamos a poder jugar en esas condiciones.

Aprovechando la llegada de cada verano, queremos que tengáis a mano una guía en la que os podáis apoyar para saber cómo afectan las subidas de temperatura en un partido de pádel, ya que tiene más importancia de lo que muchos jugadores creen. Y esto afecta a todos los niveles, no solo al ámbito competitivo y profesional.

El efecto del calor en la pala y en la bola

En este apartado no nos vamos a parar mucho, puesto que tenemos una serie de consejos sobre cómo proteger la pala durante el verano realizado anteriormente. Si que vamos a decir que en las palas debemos tener especial cuidado por las propiedades de las mismas, debido a que desde una determinada temperatura se empiezan a perder y el material sufre el calor.

En cuanto a las bolas, también cuentan con variaciones en su comportamiento. De esta manera, cuanto más calor, más varía la presión que estas tienen. Normalmente, las bolas en verano se hinchan, por lo que son mucho más veloces y su bote es mucho mayor. En la misma línea funciona el cristal de la pista, que con la temperatura hace que se convierta en todo un resorte cuando la bola contacte con dicho cristal, provocando que salga mucho más despedida que en invierno.

Estilo de juego en el ataque

Ahora vamos a pasar con algo más táctico, donde tenemos que adaptar nuestro juego al aumento de las temperaturas y a la más que presumible vertiginosidad del juego. Especialmente, hay que tener mucha más rapidez tanto en el movimiento como en la reacción. En otras palabras, si la bola viene con más velocidad del campo rival, vamos a tener que armar el brazo de manera mucho más reactiva.

Eso en cuanto a las voleas, pero hay otros golpeos que podemos aprovechar con estas condiciones, como son las bandejas o los remates. Claro está que no sirve cualquier tipo de bandeja, sino que deben ser golpeos profundos y con cierto efecto, para que el rebote en el cristal sea más impredecible. De lo contrario, con un golpeo más plano y liviano, el rebote de la bola nos dejará muy expuestos en el contraataque.

Y si se nos da bien el juego aéreo, no debemos dudar en realizar remates a diestro y siniestro. Los golpeos no tienen que ser precisamente fuertes, ya que con una buena dirección y con la temperatura de los cristales, la bola saldrá mucho más despedida.

Aprende a defender con el calor

Este aspecto va a beneficiar dependiendo del estilo en cada jugador. Si lo tuyo es el juego defensivo y aliarte mucho con el cristal, va a ser la temporada perfecta para ti. El calor va a permitir, como ya hemos explicado antes, que la bola rebote más en la pared de la pista, haciendo que tengamos más confianza de jugar con ella en un partido.

Eso sí, hay que tener en cuenta la colocación, ya que normalmente vamos a tener que esperar la pelota desde una posición más adelantada, por el hecho de que no se quedará tan ‘muerta’ tras dar en el cristal como puede pasar en el invierno. También hay que tener especial cuidado con la contrapared, puesto que ahora no hace falta imprimirle tanta fuerza para que llegue al campo rival. De lo contrario, conseguiremos que llegue al cristal opuesto y, por consiguiente, el punto estará perdido.