Errores típicos que te hacen perder tus partidos de pádel

Muchas veces salimos de la pista sin tener ni idea de cómo hemos jugado durante el partido para que termine con el resultado con el que lo ha hecho. Esto, por supuesto, suele pasar cuando perdemos y es muy probable que estemos cometiendo algunos de los errores más comunes del pádel.

Si no sabes de lo que estamos hablando, prepárate porque puedes estar a punto de descubrir algo que puede cambiar tu perfil como jugador de pádel. Se acabó eso de perder y no aprender nada de la derrota. Coge papel y boli y presta mucha atención a cada uno de los errores de los que vamos a hablar.

Errores mentales y técnicos

Todo esto no es una cuestión tan simple como incrementar tu número de clases de pádel o cambiar de entrenador. El asunto va todavía más allá porque ni siquiera estos errores a los que nos referimos se limitan únicamente a la técnica.

En situaciones así entra en juego mucho la táctica. La forma en la que planteamos los partidos, analizamos al rival y decidimos que es la mejor manera de jugarles para encontrar sus puntos débiles es clave para salir victoriosos. Sin embargo, todavía hay algo más a tener en cuenta.

La mente, ese poderoso amigo, y a veces enemigo, que nos puede llegar a jugar malas pasadas. En el pádel, los errores mentales son mucho más comunes de lo que nos imaginamos y tienen una gran influencia sobre el resultado con el que terminan nuestros partidos.

La técnica y la táctica son clave para ganar un partido

Comenzamos primero por los dos aspectos de los que, probablemente, somos más conscientes a la hora de hablar de los fallos que cometemos. Una buena técnica es imprescindible para convertirnos en mejores jugadores y, por lo tanto, una mala nos hace cometer errores que podríamos evitar con facilidad.

Entre los más usuales podríamos hablar de la empuñadura incorrecta, lo cual nos dificulta la movilidad a la hora de realizar ciertos golpes. Asimismo, la falta de movilidad de pies es algo que provoca que lleguemos tarde a muchas bolas. Debemos intentar mantener un juego dinámico y estar activos en todo momento.

Eso de no flexionar las piernas es algo que le pasa a muchos jugadores del nivel amateur y resulta ser muy importante para ser un muro en la defensa. También debemos cuidar la posición de los pies y de la pala al golpear e intentar no jugar siempre fuerte. Tenemos que interpretar cada bola.

Trabaja en tu estrategia de equipo

Pasamos a la táctica. El error más común en estos términos es no realizar una planificación previa del partido antes de meterte en la pista. La improvisación mejor dejarla para otro momento.

Tampoco podemos pretender plantear el juego al detalle, puesto que es algo imposible, el pádel está lleno de sorpresas inesperadas en cada punto. Pese a ello, sí tendríamos que poner toda nuestra atención en los aspectos que dependen de nosotros.

Aquí también es relevante que seamos conscientes de que una pareja de pádel la forman dos personas. Puede sonar obvio y de hecho lo es, pero hay que tenerlo siempre en mente y trabajar en equipo para obtener los mejores resultados.

Los errores mentales afectan al rendimiento en pista

Centrándonos ahora en esa última categoría de errores habituales en el pádel. Estos tienen más que ver con nuestra fortaleza mental, pero también con la relación con el compañero, todo hay que decirlo.

En este sentido, el diálogo interno que tenemos con nosotros mismos durante un punto nos puede llevar a fallar una bola que, a priori, no nos tendría que suponer mayores complicaciones. Concéntrate en lo que está pasando en cada momento y no dejes que tu atención se desvíe.

Como hemos mencionado, la relación que tenemos con nuestro compañero de pista es muy importante y debemos cuidarla lo máximo posible. A veces tendemos a culparle demasiado cuando perdemos un punto y esto no hace más que mermar la confianza y la seguridad de ambos. Intenta trabajar en equipo y ser empático.

Respecto al rival, también es muy frecuente que le subestimemos más de la cuenta. Creer que la pareja que tenemos en frente no puede ganarnos, nos genera el efecto contrario. Un exceso de confianza podría hacernos cometer errores innecesarios y, por ende, llegar a perder un partido que dábamos por hecho.